doi: 10.56294/mw2024.609
ORIGINAL
Rethinking academia: the need to establish chairs in private universities
Repensando la academia: la necesidad de instituir cátedras en la universidad privada
William Castillo-González1,2 *, Javier González-Argote1,2
*
1Universidad Abierta Interamericana. Buenos Aires, Argentina
2A&G Editor. Buenos Aires, Argentina.
Citar como: Castillo-González W, González-Argote J. Rethinking academia: the need to establish chairs in private universities. Seminars in Medical Writing and Education. 2024; 3:.609. https://doi.org/10.56294/mw2024.609
Enviado: 08-01-2024 Revisado: 23-04-2024 Aceptado: 01-09-2024 Publicado: 02-09-2024
Editor: PhD.
Prof. Estela Morales Peralta
Autor para la correspondencia: William Castillo-González *
ABSTRACT
In the context of higher education, private universities have prioritized flexible management models at the expense of collegial structures such as university chairs. Historically fundamental in academia, university chairs facilitate the integration of teaching and research, strengthening academic communities. However, their absence in private institutions has fragmented teaching and limited scientific output. This article argues for the necessity of establishing university chairs in private universities to enhance educational quality, foster collaboration, and consolidate institutional identity. Organizational and economic barriers to their implementation are analyzed, and strategies such as partnerships with the productive sector and digitalization are proposed. Additionally, a methodological model based on three types of chairs - academic, research, and innovation - is presented. The study concludes that adopting these structures is key to enhancing the academic and social impact of private universities in a globalized and competitive environment.
Keywords: University Chair; Higher Education Teaching; University; University Organization; Private University.
RESUMEN
En el contexto de la educación superior, las universidades privadas han priorizado modelos de gestión flexibles en detrimento de estructuras colegiadas como las cátedras. Históricamente fundamentales en la academia, las cátedras facilitan la integración de enseñanza e investigación, fortaleciendo comunidades académicas. Sin embargo, su ausencia en instituciones privadas ha fragmentado la docencia y limitado la producción científica. Este artículo argumenta la necesidad de instaurar cátedras en universidades privadas para mejorar la calidad educativa, fomentar la colaboración y consolidar una identidad institucional. Se analizan las barreras organizativas y económicas para su implementación, proponiendo estrategias como alianzas con el sector productivo y digitalización. Además, se presenta un modelo metodológico basado en tres tipos de cátedras: académicas, de investigación e innovación. Se concluye que la adopción de estas estructuras es clave para potenciar el impacto académico y social de las universidades privadas en un entorno globalizado y competitivo.
Palabras clave: Cátedra Universitaria; Enseñanza Universitaria; Universidad; Organización Universitaria; Universidad Privada.
INTRODUCCIÓN
En el cambiante y exigente panorama de la educación superior, las instituciones académicas han evolucionado para responder con mayor agilidad a las demandas de la sociedad, del mercado laboral y a las expectativas de los estudiantes. Este proceso de adaptación ha favorecido modelos educativos más flexibles y orientados a la profesionalización. Sin embargo, en muchos casos, la búsqueda de eficiencia ha llevado a la simplificación de las estructuras académicas, priorizando la gestión administrativa y la asignación individualizada de responsabilidades docentes.(1) En particular, las universidades privadas han adoptado estos enfoques con mayor frecuencia, lo que ha resultado en la ausencia de modelos que fomenten la integración, la colaboración y el desarrollo disciplinar colectivo: las cátedras.
Históricamente, las cátedras han sido un pilar en el desarrollo de la academia, especialmente en las universidades públicas y en los modelos europeos de educación superior.(2,3) Estas estructuras organizativas agrupan a docentes, investigadores y materias en torno a áreas específicas del conocimiento, facilitando la generación de sinergias entre enseñanza e investigación, así como el fortalecimiento de comunidades académicas robustas. Más allá de su función como espacio de coordinación, las cátedras actúan como núcleos de creación y transferencia de conocimiento, promoviendo la reflexión crítica, el trabajo interdisciplinario y el desarrollo de proyectos de impacto social.(4)
En contraste, las universidades privadas, particularmente en América Latina, han priorizado modelos centrados en la gestión de recursos y en la personalización de sus ofertas académicas, dejando de lado estructuras colegiadas como las cátedras. Esto se debe, en parte, a la flexibilidad organizativa que les permite adaptarse rápidamente a las necesidades del mercado. Sin embargo, esta estrategia también ha contribuido a una fragmentación de los esfuerzos académicos e investigativos, generando desafíos significativos para la consolidación de una identidad institucional fuerte y una comunidad académica cohesionada.(5)
La ausencia de cátedras en universidades privadas no solo limita las oportunidades de colaboración entre docentes e investigadores, sino que también restringe el potencial de estas instituciones para asumir un rol protagónico en la producción de conocimiento. Sin una estructura que fomente el trabajo colectivo y el liderazgo académico, los docentes a menudo se ven aislados en sus responsabilidades, lo que puede llevar a una desconexión entre las actividades de enseñanza, investigación y proyección social. Este fenómeno es especialmente preocupante en un contexto global donde la educación superior se enfrenta a desafíos complejos, como la necesidad de abordar problemas interdisciplinarios, la incorporación de tecnologías disruptivas y la creciente demanda de investigación aplicada.(6)
En este contexto, resulta pertinente reflexionar sobre la viabilidad y los beneficios de implementar cátedras en universidades privadas como una estrategia para fortalecer su posicionamiento académico y su impacto social. Las cátedras no solo representan un medio para integrar la enseñanza y la investigación, sino que también constituyen un espacio propicio para fomentar la innovación educativa, la colaboración interdisciplinaria y el desarrollo de capacidades institucionales. Además, estas estructuras pueden servir como una herramienta estratégica para atraer y retener talento académico, consolidar áreas de excelencia y responder a las demandas crecientes de un mundo cada vez más globalizado y competitivo.
Este artículo se propone analizar de manera crítica la necesidad de las cátedras en el marco de las universidades privadas, abordando tanto los beneficios que estas estructuras podrían aportar como las barreras organizativas, económicas y culturales que podrían dificultar su implementación.
En última instancia, se argumentará que la implementación de cátedras en universidades privadas no solo es deseable, sino también viable y necesaria para consolidar estas instituciones como líderes en el ámbito educativo. En un momento histórico donde la educación superior enfrenta desafíos complejos y de múltiples dimensiones, la adopción de modelos que promuevan la colaboración, la innovación y el desarrollo integral del conocimiento podría marcar un punto de inflexión en el futuro de estas instituciones. Las cátedras, concebidas como espacios de convergencia académica, representan una oportunidad para que las universidades privadas asuman un rol transformador en la sociedad, fortaleciendo su misión educativa y su impacto en el mundo.
MÉTODO
Este estudio adopta un enfoque cualitativo y exploratorio, orientado al análisis crítico de la implementación de cátedras universitarias en universidades privadas. La metodología empleada combina la revisión y análisis de literatura académica relevante, el estudio de casos específicos y la integración de la experiencia de los autores en la gestión y organización de estructuras académicas en educación superior.
Se recurre a un enfoque argumentativo, que articula el análisis teórico con la experiencia práctica en la gestión universitaria. Para ello, se emplean métodos de análisis discursivo, con el propósito de identificar tendencias, desafíos y ventajas en la implementación de cátedras en universidades privadas. Este proceso analítico permite construir un marco interpretativo sólido, que examina las oportunidades y limitaciones de estos modelos dentro del panorama actual de la educación superior.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
¿Por qué la necesidad de crear cátedras en la universidad privada?
La educación superior ha experimentado transformaciones profundas en las últimas décadas, impulsadas por la globalización, la expansión de la oferta académica, la creciente demanda de formación profesional especializada y ahora la irrupción de la inteligencia artificial que interpela los modos de enseñanza.(7,8) En este contexto, las universidades privadas han desempeñado un papel clave en la diversificación de los modelos educativos y la ampliación del acceso a la educación. Su flexibilidad organizativa y su capacidad de adaptación a las demandas del mercado las han consolidado como actores fundamentales en la formación de profesionales. Sin embargo, esta misma flexibilidad ha llevado a la adopción de estructuras académicas cada vez más simplificadas, en las que la gestión administrativa ha cobrado un protagonismo considerable, en detrimento de modelos de organización colegiada.
Entre las estructuras que han sido relegadas en muchas universidades privadas se encuentra la cátedra, una figura tradicional en los modelos europeos y en las universidades públicas, que agrupa a docentes e investigadores en torno a un área del conocimiento. En su lugar, estas instituciones han optado por modelos más individualizados, donde los docentes trabajan de manera aislada, sin espacios formalizados de colaboración ni integración académica. Esta tendencia responde a una lógica de eficiencia operativa, en la que se prioriza la asignación puntual de responsabilidades docentes sobre la consolidación de estructuras estables y colectivas. Si bien este enfoque permite una gestión más ágil de la docencia, plantea desafíos significativos para la calidad educativa, la producción investigativa y la consolidación de una identidad institucional sólida.
La fragmentación del trabajo académico en universidades privadas no solo afecta la dinámica docente, sino que también repercute en la formación de los estudiantes, quienes carecen de una estructura de referencia clara en sus áreas de estudio.(9) En ausencia de cátedras, la enseñanza se fragmenta en asignaturas impartidas de manera independiente, sin una visión integradora que permita construir trayectorias académicas coherentes y articuladas. Esto reduce las oportunidades de generar comunidades de aprendizaje sostenidas en el tiempo y limita la interacción entre docentes, investigadores y estudiantes en torno a un campo disciplinar común. La cátedra desempeña un papel crucial en la preservación y promoción de prácticas docentes de alta calidad.(10)
Además, la falta de cátedras impacta directamente en la investigación universitaria. En muchas universidades privadas, la producción científica se encuentra condicionada por la falta de incentivos institucionales y la carga administrativa de los docentes, quienes deben gestionar sus actividades de forma individual. Sin espacios colectivos de investigación, resulta difícil consolidar líneas de estudio estables y sostenibles a largo plazo, lo que obstaculiza la generación de conocimiento con impacto real en la academia y en la sociedad.(11)
Frente a estos desafíos, la implementación de cátedras en universidades privadas se presenta como una alternativa necesaria para fortalecer la cohesión académica, mejorar la calidad educativa y potenciar la producción investigativa. La cátedra, entendida como un espacio institucionalizado de colaboración entre docentes e investigadores en torno a un área específica del conocimiento, ofrece múltiples beneficios que pueden contribuir a la consolidación de una comunidad académica más robusta y dinámica.
Uno de los principales obstáculos para la instauración de cátedras es la tendencia de las instituciones a priorizar estructuras administrativas más simples y flexibles, diseñadas para responder rápidamente a las demandas del mercado educativo. Este modelo favorece la asignación individualizada de responsabilidades docentes y la descentralización de las tareas académicas, lo que reduce la necesidad de estructuras colegiadas. Las cátedras, al requerir una integración más compleja de docentes, materias y líneas de investigación, pueden percibirse como modelos rígidos y difíciles de implementar dentro de esta lógica operativa, especialmente en instituciones que basan su ventaja competitiva en la adaptabilidad.
Otro factor determinante es el modelo de contratación de docentes suele operar bajo esquemas de trabajo por hora o por asignatura.(12,13) Si bien este sistema permite optimizar costos y garantizar flexibilidad, también limita la posibilidad de consolidar estructuras permanentes como las cátedras, que requieren estabilidad laboral y equipos docentes con vínculos sólidos. La falta de contratos a largo plazo y la alta rotación del personal dificultan la creación de comunidades académicas cohesionadas y la planificación integral de programas educativos.
El enfoque pragmático de muchas universidades, centrado en la formación profesional y en la empleabilidad, también influye en la ausencia de cátedras. Se suelen priorizar programas académicos diseñados para satisfacer las necesidades inmediatas del sector productivo, relegando modelos organizativos más orientados al desarrollo disciplinar. En lugar de agrupar materias y docentes por áreas de conocimiento amplias, se favorece la independencia de cada asignatura para ajustarla con mayor flexibilidad a las demandas cambiantes del mercado laboral.
Desde una perspectiva económica, la instauración de cátedras representa una inversión significativa en términos de recursos humanos y materiales. Estas estructuras requieren la contratación de docentes con dedicación más estable, además de espacios físicos adecuados para reuniones y actividades conjuntas. Para muchas universidades privadas, cuyo financiamiento depende en gran medida de los ingresos por matrícula, la implementación de cátedras puede percibirse como un gasto adicional sin un retorno inmediato, lo que dificulta su adopción.
Es muy probable que el punto económico sea una de las mayores barreras para la implementación de la organización de cátedras. Para lograr su formación las instituciones pueden recurrir a diversas estrategias que optimicen recursos y aseguren su sostenibilidad. Las alianzas con el sector privado, patrocinios y donaciones pueden proporcionar financiamiento a cambio de colaboración en investigación o formación de talento especializado. También es viable postularse a fondos concursables y subvenciones gubernamentales o internacionales. La monetización del conocimiento, a través de cursos de extensión, consultorías o membresías, puede generar ingresos adicionales. La creación de cátedras interinstitucionales permite compartir costos y ampliar el impacto académico, mientras que la digitalización (uso de plataformas digitales) facilita su implementación con menor inversión en infraestructura. Además, el voluntariado académico y el crowdfunding pueden movilizar apoyo de docentes, egresados y la comunidad.(14) Integrar estas iniciativas en la planificación estratégica universitaria garantiza su viabilidad a largo plazo.
Desde un punto de vista administrativo, la gestión académica en universidades privadas tiende a estar centralizada en figuras como directores, coordinadores de programas o jefes de área, quienes supervisan la organización de las materias y la asignación de docentes. Este modelo jerárquico minimiza la necesidad de estructuras horizontales como las cátedras, donde la colaboración entre docentes y la toma de decisiones compartida son esenciales. Si bien este enfoque permite una gestión más eficiente y ágil, a menudo limita la participación del profesorado en la planificación académica. También cabe destacar que la cátedra es la mejor manera de fomentar y perpetuar los buenos modelos de enseñanza.
La ausencia de cátedras en universidades privadas responde a una combinación de factores económicos, organizativos, culturales y estratégicos. No obstante, a medida que estas instituciones buscan mejorar la calidad de su oferta educativa y fortalecer su impacto académico, la adopción de estructuras colegiadas como las cátedras podría representar una oportunidad para fomentar la integración disciplinar, la producción científica y la consolidación de comunidades académicas más cohesionadas y sostenibles a largo plazo.
Cultura organizativa, falta de tradición académica y ausencia de modelos de referencia
Uno de los principales desafíos para la implementación de cátedras en universidades privadas radica en la estructura organizativa altamente jerárquica y centralizada que caracteriza a muchas de estas instituciones. A diferencia de las universidades públicas, donde la toma de decisiones académicas suele estar más distribuida y existen espacios de autogestión docente, en las privadas la administración opera bajo un modelo vertical en el que los profesores tienen poca participación en la planificación institucional. Este esquema dificulta la consolidación de estructuras colegiadas como las cátedras, ya que la toma de decisiones académicas queda relegada a directivos y gestores administrativos, quienes priorizan la eficiencia operativa y la optimización de recursos antes que el fortalecimiento de comunidades académicas estables. La falta de autonomía para los docentes limita su capacidad de organizarse en equipos de trabajo, establecer líneas de investigación de largo plazo y coordinar programas educativos de manera integrada.
Además de la centralización en la toma de decisiones, la cultura organizativa de muchas universidades privadas fomenta la gestión individualizada del trabajo académico. En estos entornos, cada profesor es responsable únicamente de sus asignaturas, sin incentivos ni mecanismos para la colaboración interdisciplinaria. Este modelo fragmentado no solo reduce la posibilidad de articular conocimientos de manera transversal, sino que también genera una competencia interna entre los docentes, donde el éxito profesional depende más del rendimiento individual que de la construcción de redes de colaboración. Como resultado, se desincentiva la creación de espacios colectivos como las cátedras, ya que estas requieren un modelo de trabajo basado en la cooperación y en la continuidad de proyectos académicos en el tiempo. Para superar esta barrera, las universidades privadas deben replantear su cultura organizativa y avanzar hacia esquemas de gobernanza más flexibles e inclusivos, que promuevan la participación docente en la planificación institucional y faciliten la integración de estructuras académicas colegiadas.
A diferencia de las universidades públicas, donde las cátedras han sido históricamente la base de la organización académica, muchas universidades privadas carecen de antecedentes que sirvan como referencia para su implementación. En América Latina, la mayoría de las universidades privadas surgieron con un enfoque en la enseñanza profesionalizante y la formación de capital humano para el mercado laboral, dejando en un segundo plano el desarrollo disciplinar y la producción de conocimiento. Como consecuencia, estas instituciones no han consolidado una tradición académica basada en la investigación y en la estructuración de programas en torno a áreas de conocimiento estables, sino que han privilegiado modelos más flexibles y adaptables a las demandas inmediatas del sector productivo.(15) En este contexto, la implementación de cátedras enfrenta varios desafíos, como la ausencia de referentes internos, el desconocimiento entre directivos y docentes sobre sus beneficios y la falta de normativas claras para su integración dentro de la estructura institucional.
Otro obstáculo importante es el predominio de un enfoque pragmático en la educación privada, donde la planificación curricular está orientada a la empleabilidad y a la capacitación por competencias, en lugar de a la construcción de comunidades académicas sólidas. En estos modelos, la flexibilidad curricular y la diversificación de la oferta educativa se consideran ventajas competitivas, lo que dificulta la implementación de estructuras organizativas más estables como las cátedras. Además, la falta de continuidad en las áreas de especialización y la alta rotación de docentes impiden la consolidación de equipos de trabajo duraderos, afectando la posibilidad de generar líneas de investigación y espacios de enseñanza articulados. Para superar esta barrera, es fundamental que las universidades privadas adopten estrategias de sensibilización y capacitación dirigidas a sus gestores y docentes, promoviendo experiencias piloto que permitan demostrar el valor de las cátedras en la mejora de la calidad educativa y en la generación de conocimiento. Asimismo, es posible diseñar modelos de cátedras adaptados a las características de estas instituciones, integrando docencia, investigación y vinculación con el sector productivo en un esquema más flexible y funcional.
La creación de cátedras es fundamental para fortalecer la investigación, la especialización académica y la colaboración docente, permitiendo estructurar el conocimiento de manera sostenible y evitar la fragmentación de la enseñanza. Fomentan la integración entre docencia, investigación y vinculación social, contribuyendo al desarrollo de proyectos de largo plazo que trasciendan la formación profesionalizante y aporten al avance del conocimiento. Sin cátedras, las universidades corren el riesgo de operar con modelos aislados y sin continuidad, lo que limita su impacto académico y social. Para superar este desafío, es necesario sensibilizar a docentes y directivos sobre su importancia, implementar modelos de gestión más participativos y diseñar esquemas flexibles que se adapten a la realidad institucional, garantizando así una educación más estructurada y con mayor proyección.
Beneficios al establecer cátedras en la universidad privada
La implementación de cátedras representa una estrategia clave para mejorar la calidad académica y consolidar una estructura institucional más sólida. A pesar de que muchas universidades privadas han adoptado modelos de enseñanza basados en la flexibilidad y la optimización de recursos, la falta de estructuras estables dificulta la integración de conocimientos y el desarrollo de comunidades académicas. La creación de cátedras permite superar estas limitaciones al ofrecer un marco organizativo que promueve la colaboración entre docentes, la investigación conjunta y la alineación curricular. Esto no solo mejora la coherencia de los programas educativos, sino que también fomenta el sentido de pertenencia institucional y el compromiso con la excelencia académica.
Uno de los beneficios más importantes de las cátedras es su capacidad para fortalecer la producción científica dentro de la universidad. Muchas de estas instituciones han priorizado la enseñanza sobre la investigación, lo que ha llevado a una baja generación de conocimiento nuevo. Sin embargo, al consolidar grupos académicos con objetivos compartidos, las cátedras crean espacios de colaboración que favorecen la realización de proyectos de investigación, publicaciones conjuntas y participación en redes académicas internacionales. Asimismo, al contar con una estructura reconocida, las cátedras facilitan el acceso a financiamiento externo, ya que los organismos que otorgan fondos suelen preferir equipos de trabajo consolidados sobre esfuerzos individuales. De este modo, la institucionalización de cátedras contribuye a incrementar la competitividad académica y a generar un impacto significativo en la comunidad científica.
Además, se favorece la vinculación entre la universidad y el sector productivo. Al establecer estructuras académicas estables en áreas estratégicas del conocimiento, las universidades pueden fortalecer sus lazos con empresas, organismos gubernamentales y organizaciones sociales. Esto se traduce en oportunidades para desarrollar proyectos conjuntos, ofrecer formación especializada a profesionales y mejorar la empleabilidad de los egresados. Las cátedras también pueden desempeñar un papel clave en la transferencia de conocimientos y en la generación de soluciones innovadoras para problemáticas del entorno. A través de convenios y alianzas estratégicas, las universidades pueden posicionarse como actores relevantes en el desarrollo económico y social, incrementando su prestigio y atractivo para futuros estudiantes.
Otro aspecto relevante es el impacto positivo que las cátedras tienen en la estabilidad laboral y el desarrollo profesional de los docentes. En muchas universidades privadas, la contratación de profesores se realiza bajo esquemas temporales, lo que dificulta la consolidación de cuerpos académicos de alto nivel. La creación de cátedras puede contribuir a mejorar esta situación al ofrecer una estructura que favorezca la permanencia y el crecimiento profesional de los docentes. Dentro de una cátedra, los profesores pueden acceder a programas de formación continua, participar en actividades de investigación y recibir incentivos por su desempeño. Esto no solo mejora la calidad de la enseñanza, sino que también genera un ambiente de trabajo más estable y atractivo para el talento académico.
La implementación de cátedras es una estrategia clave para mejorar la calidad académica, fortalecer la investigación, vincular la educación con el sector productivo y garantizar mejores condiciones para los docentes. La adopción de estas estructuras permite superar la fragmentación del trabajo académico y consolidar comunidades de aprendizaje más cohesionadas. Asimismo, las cátedras facilitan la obtención de financiamiento externo, impulsan la generación de conocimiento y contribuyen a posicionar a la universidad como un referente en su campo. Para lograr estos objetivos, es fundamental que las universidades privadas adopten modelos de gestión más participativos y flexibles, promoviendo la creación y consolidación de cátedras como un pilar central de su desarrollo institucional.
Figura 1. La necesidad de crear cátedras en la universidad privada
Propuesta de modelo metodológico para la conceptualización e implementación de la cátedra
La implementación de la formación de cátedras en una universidad privada debe concebirse como un proceso estructurado y escalable que contribuya a la consolidación de un ecosistema académico e investigativo robusto. Este modelo debe fundamentarse en principios de integración disciplinaria, coherencia curricular y generación de conocimiento aplicado. Para ello, la instauración de cátedras se abordará en fases progresivas, comenzando con un proyecto piloto en una facultad estratégicamente seleccionada en función de su potencial de desarrollo académico y científico.
El proyecto piloto se desarrollará en varias etapas diferenciadas. Inicialmente, se llevará a cabo un análisis de viabilidad, donde se diagnosticará la estructura académica vigente, los procesos pedagógicos, la capacidad instalada y las necesidades de articulación curricular. Seguidamente, se diseñará un modelo operativo de cátedras, determinando criterios para la selección de coordinadores, metodologías de gestión del conocimiento y mecanismos de evaluación del impacto. Posteriormente, se implementará la primera fase operativa, la cual incluirá la formalización de estructuras organizativas, el establecimiento de indicadores de desempeño y la generación de sinergias con otros actores académicos e institucionales. Finalmente, con base en los resultados obtenidos, se procederá a la replicación y escalabilidad del modelo a nivel institucional.
Como propuesta el modelo de cátedras se estructura en tres categorías fundamentales. En primer lugar, las cátedras académicas, concebidas como espacios de articulación curricular, organizan la enseñanza en torno a áreas temáticas específicas dentro de cada facultad, con el objetivo de consolidar la formación disciplinaria de los estudiantes. Estas cátedras cuentan con un docente coordinador encargado de la supervisión, docentes responsables de distintas asignaturas que colaboran en la formulación de estrategias pedagógicas y en la actualización curricular, y asistentes académicos que apoyan la producción de material didáctico y la gestión de cursos. La implementación de estas cátedras permite asegurar la coherencia de los planes de estudio, optimizar los recursos didácticos y fomentar un entorno de enseñanza colaborativo basado en la mejora continua. Es la típica función que encontramos en la cátedra tradicional.
En segundo lugar, las cátedras de investigación están orientadas a la generación de conocimiento científico e innovación, agrupando docentes investigadores en torno a líneas de estudio estratégicas. Estas cátedras están adscritas a la estructura administrativa de la institución encargada de la investigación, la cual define las áreas prioritarias de investigación y gestiona el financiamiento de proyectos. A su vez, están conformadas por grupos de investigación interdisciplinarios compuestos por docentes, investigadores y estudiantes de posgrado, que trabajan en la producción de conocimiento y la transferencia tecnológica. Además, establecen vínculos con universidades y centros de investigación nacionales e internacionales con el fin de maximizar la cooperación académica y fortalecer el impacto científico.
En tercer lugar, las cátedras de innovación y transferencia tecnológica buscan conectar la universidad con el sector productivo, promoviendo la aplicación del conocimiento y el desarrollo de soluciones innovadoras para la industria. Estas cátedras coordinan con el sector empresarial. Adicionalmente, incluyen espacios de incubación de startups y centros de investigación aplicada, donde se desarrollan proyectos orientados a la resolución de problemas reales del entorno productivo. La implementación de este modelo favorece la empleabilidad de los estudiantes, incentiva la inversión en investigación aplicada y fomenta la creación de patentes y tecnologías emergentes.
Figura 2. Tipos de cátedras universitarias
Para la expansión del modelo de cátedras a nivel institucional, es fundamental establecer un marco normativo que regule su operación, asegurando una gestión eficaz y sostenible. La fase de consolidación incluirá la creación de políticas institucionales para la administración de cátedras, el diseño de mecanismos de monitoreo y evaluación de impacto y la integración de las cátedras en redes académicas y de investigación. De esta manera, se podrá garantizar la continuidad del modelo y su adaptabilidad a las necesidades cambiantes del contexto académico y profesional.
La instauración de cátedras en una universidad privada no solo contribuye a la mejora de la calidad de la enseñanza, sino que también fortalece la investigación y la innovación aplicada, alineando la academia con los retos y demandas del entorno. Mediante un proceso de implementación gradual y una estructura organizativa bien definida, es posible consolidar un sistema de cátedras que impulse la excelencia académica y el desarrollo del conocimiento de manera sostenible y efectiva.
Figura 3. Estructura y componentes de la cátedra universitaria
CONCLUSIONES
La implementación de cátedras en universidades privadas es una estrategia clave para fortalecer la calidad académica, la investigación y la vinculación con el sector productivo. Se ha demostrado que la ausencia de estas estructuras limita la integración disciplinaria, fragmenta la docencia y dificulta la consolidación de comunidades académicas sostenibles.
Las cátedras ofrecen un modelo que promueve la colaboración entre docentes e investigadores, permitiendo una articulación efectiva entre enseñanza, investigación y proyección social. Su instauración contribuiría a mejorar la calidad educativa, generar conocimiento relevante y fortalecer la identidad institucional de las universidades privadas.
El estudio ha identificado barreras organizativas y económicas para su implementación, destacando la necesidad de estrategias de financiamiento innovadoras como alianzas con el sector privado, fondos concursables y digitalización. Además, la consolidación de estas estructuras debe ser acompañada por un cambio en la cultura organizativa, promoviendo la participación docente en la planificación académica.
Se propone un modelo metodológico basado en tres tipos de cátedras: académicas, de investigación y de innovación y transferencia tecnológica. Este enfoque permite articular la docencia con la investigación aplicada y la vinculación con el entorno, asegurando su viabilidad en el largo plazo.
Las cátedras representan una oportunidad transformadora para las universidades privadas, impulsando su competitividad, su impacto social y su capacidad de generar conocimiento significativo. Su adopción podría marcar un punto de inflexión en la evolución de la educación superior privada, consolidándolas como actores clave en la formación académica y científica.
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FINANCIACIÓN
Los autores no recibieron financiación para el desarrollo de la presente investigación.
CONFLICTO DE INTERESES
Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.
CONTRIBUCIÓN DE AUTORÍA
Conceptualización: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Curación de datos: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Análisis formal: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Investigación: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Metodología: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Administración del proyecto: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Recursos: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Software: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Supervisión: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Validación: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Visualización: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Redacción – borrador original: William Castillo-González, Javier González-Argote.
Redacción – revisión y edición: William Castillo-González, Javier González-Argote.